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Lo mas interesante sobre los perros y gatos - 7 - 14 - 79

En la mayoría de los países occidentales el número de hogares que cuentan con mascotas es cada vez mayor, principalmente perros y gatos, ha crecido de manera firme en las últimas décadas, aunque tambien se elige como mascota a otros animales como periquitos . No obstante, la utilización del término mascota ha recibido diferentes cuestionamientos en tanto no respetaría la integridad del animal. En su lugar muchos autores han optado por la utilización de la expresión animal de compañía, la cual connotaría una relación más igualitaria. Sin embargo, esta expresión también ha recibido cuestionamientos y no necesariamente resulta reemplazable con el término mascota.

Mascota versus animal de compañía semeja reflejar la manera dual en la que estos animales son considerados y tratados. Se exponen desarrollos sobre el origen de la posesión de mascotas y su evolución histórica, y se discuten a partir de los más recientes cambios culturales. Por último, en conclusión, se resalta el potencial de estos animales para confrontar a las personas respecto de su posicionamiento antropocéntrico en el planeta, promoviendo un acercamiento más igualitario hacia los animales y el mundo natural.

¿QUÉ ES UNA MASCOTA? OBJETOS Y MIEMBROS DE LA FAMILIA

Hace dos o bien 3 años, en uno de los paseos habituales que efectuamos con mis perras por el parque, ellas empezaron a jugar con un cachorro de Beagle de unos seis meses de edad. Aprecié que el cánido caminaba con dificultad y le pregunté a su dueña por esto. Ella me comentó que se trataba de una patología crónica de los nervios de las patas traseras de origen impreciso, que al comienzo había pasada desapercibida en tanto el animal era pequeñísimo al instante de su adquisición, mas que entonces se había hecho muy evidente.

Me contó que después de una serie de estudios veterinarios ella había ido al vivero a solicitar el reembolso de su dinero, debido a la nosología del animal. El criador le había referido que probablemente no se tratara de un problema congénito, en tantos los progenitores y hermanos del perrito no habían mostrado un cuadro similar. De todas y cada una maneras, el hombre habría admitido su reclamo, ofreciéndole 2 alternativas: entregarle un nuevo cachorro o bien rembolsarle su dinero; claro, siempre y cuando ella devolviera el can enfermo al criador. La mujer manifestó que no estaba dispuesta a dar al animal, en tanto había empezado a formar un vínculo con él y suponía que el criador acabaría por sacrificarlo. Esto parecía haber incrementado su indignación hacia el maligno criador.

Le pregunté entonces qué haría si volviese al instante de la compra: si escogería a su cánido o si elegiría a un hermano sano. Ella se mostró desconcertada, y sin lograr responder, velozmente arremetió nuevamente contra la moral del criador y refirió sus intenciones de denunciarlo.

INTRODUCCIÓN

Ancestralmente, en diferentes etnias cerca de todo el planeta, los animales han sido respetados como compañeros esenciales en la supervivencia y en la salud de las personas. Muchas tradiciones espirituales han honrado las relaciones entre humanos y las formas de vida animal, como parte de la interconexión con el mundo natural y espiritual (Serpell, 2006).

No obstante, las actitudes humanas cara los animales han sido extraordinariamente variables y arbitrarias entre diferentes culturas. Probablemente estas diferencias tengan un origen tanto materialista —existiendo motivos económicos relacionados— como asimismo en las connotaciones sensibles y simbólicas particulares (Kobayashi, 2011; Serpell, 1996). Los animales son vitales para sociedades de cazadores-recolectores y ganaderos, que se basan en ellos directamente para conseguir comida, lana, cuero, herramientas y otros materiales. También, son esenciales en las sociedades agrícolas y en las civilizaciones que emergieron de estas, donde además de materiales proveían fuerza motora (York & Mancus, 2013).

Los animales han tenido una profunda repercusión en las diferentes sociedades humanas desempeñando un rol esencial a lo largo de la historia de la humanidad (York & Mancus, dos mil trece). En nuestros días constituyen uno de los componentes naturales de mayor significado social y económico, científico y cultural de un país (Páramo & Galvis, dos mil diez). Los humanos utilizan animales de múltiples formas, básicamente en relación a productos tangibles o bien servicios, como ser la producción de alimentos o bien pieles, transporte, seguridad o investigación biomédica (Sandøe, Corr, & Palmer, 2016).

Al tiempo que la mayoría de los animales familiares son explotados con indiferencia a partir de los recursos económicos y los servicios prácticos que proveen, existe una categoría totalmente diferenciada de animales domésticos, la que, por motivos no obvios, está exceptuada de este trato (Serpell, 1996; Serpell & Paul, 1994). Estos animales, son mantenidos en los hogares de las personas donde semejan tener un objetivo escasamente definido. A estos nos referimos generalmente como mascotas (Sandøe et al., 2016); y los animales que prototípicamente representan esta categoría son los perros y los gatos.

En la mayoría de los países occidentales, el número de hogares que cuentan con perros o gatos ha crecido de manera firme en las últimas décadas (Serpell, 2016). En Estados Unidos en el año dos mil once más de una tercera parte de los hogares tenían uno o más perros, y poco menos de una tercera parte tenía uno o bien más gatos (American Veterinary Medical Association, dos mil doce). Cálculos más recientes efectuados por la American Pet Products Association (s.f.) estimaron que entre el dos mil quince y el 2016 más del cuarenta y cuatro por cien de los hogares estadounidenses contarían con por lo menos un perro de compañía. En la UE en el 2014 se halló que poco más del veinticinco por cien de los hogares tenían cuando menos un gato, y alrededor del dieciocho por cien tenía por lo menos un can (European Pet Food Industry Federation, dos mil catorce).

El informe últimamente publicado por el Ministerio de Hacienda respecto de la posesión de animales de compañía en la Ciudad Autónoma de la ciudad de Buenos Aires (Dirección General de Estadística y Censos, 2016) estimó una población sutilmente superior: cuatrocientos treinta con cero perros, a razón de un cánido cada 7.14 personas, y 250,000 gatos, a razón de un gato cada ciento veinticinco personas.

Las mascotas pueden variar ampliamente, incluyendo diferentes especies de mamíferos, aves, peces y reptiles. En el último relevamiento demográfico de animales de compañía publicados respecto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Instituto de Zoonosis Luis Pasteur, se estimó un total de 865.984 animales. De estos, el 49.19 por ciento eran caninos, 23.87 por ciento felinos, trece y sesenta y nueve por ciento aves y 13.25 por ciento de otras especies (Bovisio et al., dos mil cuatro).

Mientras que las relaciones establecidas con algunos de estos animales resultan relativamente parasociales y unilaterales (y también.g., tortugas, peces), las relaciones establecidas con otras mascotas, como perros y gatos, implican compañía, contacto físico y bienestar. Sin embargo, podemos englobarlos a todos en una misma categoría y referirnos a todos bajo el término. Entonces, ¿qué es una mascota?

¿CÓMO SE DEFINEN?

En español la palabra mascota tiene tres acepciones, en tanto designa una persona, animal o cosa que sirve de talismán atrayendo buena suerte, un tipo de sombrero flexible, y un animal de compañía (Diccionario de la Real Academia Española, dos mil catorce). La lengua castellana lo tomó del francés mascotte, préstamo tardío (de 1867) del provenzal mascoto, que en francés significa “brujería, embrujo”, y que se difundió a partir a la opereta de Audran La Mascotte de mil ochocientos ochenta, que rondaba en torno a una joven que atraía buena suerte (Currel, 2006).

En inglés, mascota (pet) tiene diversas acepciones, mas aquella que se refiere al animal de compañía lo define como un animal típicamente domado o bien amansado, que es mantenido por placer o compañía (Stevenson, dos mil diez).

En las definiciones de mascota, en tanto animal de compañía, se resalta la tendencia a discriminar los animales mantenidos fundamentalmente por motivos sociales, sensibles o bien sentimentales (i.e., mascotas) de aquellos animales mantenidos por propósitos económicos o prácticos (i.e., animales de trabajo, ganado, animales de experimentación). De todas formas, se reconoce que ambas categorías puedan superponerse en la práctica, como ocurre con los perros lazarillos o bien perros pastores (Serpell & Paul, dos mil once).

Una definición extensamente aceptada de la mascota como animal de compañía, la describe como aquel animal que se encuentra bajo control humano, vinculado a un hogar, compartiendo amedrentad y cercanía con sus cuidadores, y recibiendo un trato singular de cariño, cuidados y atención que garantizan su estado de salud (Savishinsky, 1985). Aunque los humanos han mantenido como mascotas una enorme pluralidad de animales —incluyendo grillos, tigres, cerdos, vacas, ratas, cobras, caimanes, águilas— los animales prototípicos que identifican la categoría mascota son los perros y los gatos (Herzog, dos mil doce).

En japonés es posible denominar a una mascota como petto o bien como aigandôbutsu (literalmente “animales para querer y con quienes jugar [o disfrutar]”); y mientras que ciertas especies, como perros y gatos, son referidos de ambas formas, otras como los grillos o bien escarabajos —en su conjunto llamados mushi— son referidos en la literatura usualmente como petto, mas nunca como aigandôbutsu (Laurent, dos mil).

En la cultura occidental, en la actualidad el término mascota no goza de popularidad en tanto no respetaría la propia integridad y dignidad de los animales (Sandøe et al., 2016), y animal de compañía ha sido preferido por muchos investigadores en el campo de las interactúes humano-animal. Este último término hace referencia a la principal función que la gente refiere de muchos de estos animales y a la vez connota una relación de mayor igualdad (Staats, Wallace, & Anderson, 2008; Walsh, dos mil nueve).

La expresión animal de compañía se ha mostrado asimismo problemática, en tanto el término de compañía, o bien en inglés también compañero (companion), pasa por alto el hecho de que los humanos son generalmente considerados mascotas100.com los dueños de sus compañeros no-humanos; y, además de esto, animal oscurece el hecho de que los humanos asimismo son animales (Redmalm, dos informacion sobre gatos mil trece). Algunos autores rechazan también este término en tanto muchas mascotas no se configuran como compañeros (e.g., Herzog, 2012).

De este modo mascota y animal de compañía no necesariamente serían términos intercambiables, sino el primero comprendería un amplio rango de animales con los que las personas elijen vivir, y el segundo término reflejaría un subconjunto de mascotas con los que las personas tienen un vínculo especial e interactivo (Sandøe et al., dos mil dieciseis).

Por otra parte, legalmente los animales de compañía son considerados propiedades (Irvine, 2004; Miller, dos mil once). Aunque resulta indiscutible que en tanto las personas compren animales legítimamente son sus dueños o bien dueños, diferentes organizaciones dedicadas a la protección de animales hacen referencia a sus tenedores como custodios, buscando reflejar la relación subjetiva que existe con el animal (Armstrong et al., dos mil uno). Aunque este término, al menos simbólicamente, produce un corrimiento del modelo de propiedad hacia uno más bien familiar, tiende a situar la cuestión en un territorio de parentalidad; esto puede contribuir a la infantilización de estos animales al tiempo que carece de cualquier tipo de respaldo legal (Miller, 2011). A diferencia de quien tiene la perro beagle como mascota custodia de un niño, quien ejerce la custodia sobre una mascota está autorizado a deshacerse de ella, venderla, castrarla o sacrificarla. Para Herzog (2012) los términos animal de compañía y custodio son sólo ilusiones lingüísticas que aparentan que no poseyéramos a los animales con los que vivimos.

Se ha propuesto la incorporación legal de los animales de compañía como propiedad viviente y el reconocimiento de sus derechos legales (Favre, 2000; dos mil diez). Sin embargo, si estos animales son entendidos fundamentalmente como una clase de seres vivos que existen para brindar placer y compañía a los humanos, concederle un valor intrínseco a su vida hace que sea controvertible su posesión y posesión, sea que los llamemos mascotas o bien animales de compañía (Irvine, dos mil cuatro).

Por su lado, el término mascota permitiría resaltar la asimetría y jerarquía que existe en la relación entre humanos y estos animales (Belk, 1996). Por su parte resalta la posición paradójica que estos ocupan, siendo productos de mercado y a la vez siendo incluidos en la esfera humana como miembros de la familia (Redmalm, 2013). De esta manera, los perros y gatos de compañía pueden ser pensados como criaturas que hacen equilibrio entre la naturaleza y la cultura, simultáneamente incluidas y excluidas de un humano. Mascota frente a animal de compañía refleja la manera dual en la que estos animales son considerados y tratados (Belk, 1996).